RICARDO ALVAREZ
LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XIX
PROMETEO

Páginas: 442
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789875745537

La sombra magnífica de Kant (y su giro copernicano) cubre todo el pensamiento posterior en un florecimiento de la reflexión filosófica sin precedentes. Quizás haya que buscar una explicación de esta verdadera revolución del pensamiento en el siglo XIX en la invitación kantiana a animarse a caminar sin andaderas. Con diversos tropezones y contramarchas, los filósofos se dedicaron durante todo el siglo, efectivamente, a abrir numerosos caminos insospechados, cuyas respectivas influencias nos afectan todavía hoy. Pero quizás haya que buscar la causa de esta eclosión de filosofías en la situación histórica, que puso a los europeos frente a cuestiones que hasta entonces no habían siquiera imaginado. Todo pasó a estar sujeto a discusión y crítica. Las viejas tradiciones se desplomaron como templos antiguos y abandonados, sacudidos por terremotos impiadosos. Hubo que volver a plantearse problemas que habían sido respondidos siempre del mismo modo durante siglos y cuyas respuestas se revelaban de pronto inaceptables. Todo debía ser replanteado: la política, la sociedad, la religión, el hombre, la moral, el arte, el derecho, etc. Y, como todo tenía que ser discutido, todo se discutió.

LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XIX

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LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XIX
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La sombra magnífica de Kant (y su giro copernicano) cubre todo el pensamiento posterior en un florecimiento de la reflexión filosófica sin precedentes. Quizás haya que buscar una explicación de esta verdadera revolución del pensamiento en el siglo XIX en la invitación kantiana a animarse a caminar sin andaderas. Con diversos tropezones y contramarchas, los filósofos se dedicaron durante todo el siglo, efectivamente, a abrir numerosos caminos insospechados, cuyas respectivas influencias nos afectan todavía hoy. Pero quizás haya que buscar la causa de esta eclosión de filosofías en la situación histórica, que puso a los europeos frente a cuestiones que hasta entonces no habían siquiera imaginado. Todo pasó a estar sujeto a discusión y crítica. Las viejas tradiciones se desplomaron como templos antiguos y abandonados, sacudidos por terremotos impiadosos. Hubo que volver a plantearse problemas que habían sido respondidos siempre del mismo modo durante siglos y cuyas respuestas se revelaban de pronto inaceptables. Todo debía ser replanteado: la política, la sociedad, la religión, el hombre, la moral, el arte, el derecho, etc. Y, como todo tenía que ser discutido, todo se discutió.