ZECCHIN GIGLIOLA
LA NIÑA QUE NO VIO LOS BESOS
EDHASA

Páginas: 176
Tamaño: 14.0 x 22.5 cm.
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789876287838

Una infancia en guerra, asediada por la precariedad y la pobreza. La incertidumbre es una constante. Contra esos recuerdos y las trampas de la memoria bregan estas historias en las que se trenzan, con maestría, la voz narrativa de la niña que habitó esa infancia en el dialecto del Véneto; y la mujer que hoy, como autora, recuerda esas vivencias en un castellano que llegó como augurio de paz y esperanza. De la evocación de estas postales de niñez brota la solidaridad y la ternura; el coraje y el amor incondicional de la familia; la fe en una tierra prometida donde las penurias vividas quedarían, finalmente, en el pasado. Allá en Italia esa tierra era llamada lAmerica. Acá, simplemente, Argentina. Y aquella niña, con el tiempo, sería Canela. La niña que no vio los besos es una historia conmovedora. Relatos de infancia que hilvanan sombras y anhelos, contentos y congojas, en unlenguaje cercano a la poesía. Gigliola Zecchin demuestra, con inusitada sensibilidad, el poder sanador de las palabras.

LA NIÑA QUE NO VIO LOS BESOS

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LA NIÑA QUE NO VIO LOS BESOS
EDHASA

Páginas: 176
Tamaño: 14.0 x 22.5 cm.
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Una infancia en guerra, asediada por la precariedad y la pobreza. La incertidumbre es una constante. Contra esos recuerdos y las trampas de la memoria bregan estas historias en las que se trenzan, con maestría, la voz narrativa de la niña que habitó esa infancia en el dialecto del Véneto; y la mujer que hoy, como autora, recuerda esas vivencias en un castellano que llegó como augurio de paz y esperanza. De la evocación de estas postales de niñez brota la solidaridad y la ternura; el coraje y el amor incondicional de la familia; la fe en una tierra prometida donde las penurias vividas quedarían, finalmente, en el pasado. Allá en Italia esa tierra era llamada lAmerica. Acá, simplemente, Argentina. Y aquella niña, con el tiempo, sería Canela. La niña que no vio los besos es una historia conmovedora. Relatos de infancia que hilvanan sombras y anhelos, contentos y congojas, en unlenguaje cercano a la poesía. Gigliola Zecchin demuestra, con inusitada sensibilidad, el poder sanador de las palabras.