WOOLF VIRGINIA
LAS OLAS
GARGOLA

Páginas: 272
Formato: 20 X 12
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789876133272

Esto es lo que traigo, flores arrancadas de raíz de las veredas de Oxford Street, mi ramillete de un penique, mi ramillete de violetas de un penique. Ahora por la ventanilla del tranvía veo los mástiles entre las chimeneas; allí está el río; allí están los barcos que zarpan hacia la India. Caminaré por la orilla del río. Caminaré por este muelle, donde un viejo lee un diario en un refugio de vidrio. Caminaré por esta explanada y contemplaré los barcos meciéndose con la marea. Una mujer camina por la cubierta, con un perro que ladra a su alrededor. El viento vuela sus polleras, su cabello; están por zarpar; están a punto de dejarnos; están a punto de desaparecer en este atardecer de verano. Ahora voy a despojarme; ahora voy a soltar. Ahora voy a liberar al fin el deseo controlado, reprimido de ser vaciada, de ser consumida. Galoparemos juntos sobre colinas desiertas donde la golondrina moja la punta de sus alas en charcas oscuras y los pilares se elevan intactos. Lanzo hacia la ola que se estrella contra la playa, hacia la ola que arroja su espuma blanca sobre los confines más remotos de la Tierra, mis violetas, mi ofrenda para Percival.

LAS OLAS

$18.200,00
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GARGOLA

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Esto es lo que traigo, flores arrancadas de raíz de las veredas de Oxford Street, mi ramillete de un penique, mi ramillete de violetas de un penique. Ahora por la ventanilla del tranvía veo los mástiles entre las chimeneas; allí está el río; allí están los barcos que zarpan hacia la India. Caminaré por la orilla del río. Caminaré por este muelle, donde un viejo lee un diario en un refugio de vidrio. Caminaré por esta explanada y contemplaré los barcos meciéndose con la marea. Una mujer camina por la cubierta, con un perro que ladra a su alrededor. El viento vuela sus polleras, su cabello; están por zarpar; están a punto de dejarnos; están a punto de desaparecer en este atardecer de verano. Ahora voy a despojarme; ahora voy a soltar. Ahora voy a liberar al fin el deseo controlado, reprimido de ser vaciada, de ser consumida. Galoparemos juntos sobre colinas desiertas donde la golondrina moja la punta de sus alas en charcas oscuras y los pilares se elevan intactos. Lanzo hacia la ola que se estrella contra la playa, hacia la ola que arroja su espuma blanca sobre los confines más remotos de la Tierra, mis violetas, mi ofrenda para Percival.