Daria Galeteria
TRABAJOS FORZADOS
IMPEDIMENTA

Páginas: 208
Formato: 21x13x0
Peso: 293.0 kgs.
ISBN: 9788415130178

«Trabajos forzados» es una apasionante y amena guía de supervivencia que recorre los modos con que los astros más brillantes del universo literario han ido capeando el temporal del hambre. Ya sea porque buscaban hacerse ricos, o tal vez simplemente para sobrevivir, los escritores se han entregado tradicionalmente a los oficios más diversos: desde buscadores de oro a carteros, desde soldados de fortuna a industriales, desde contrabandistas de opio a fogoneros en un barco en China; conductores de autobús, verdugos, guardias, vendedores de bisutería… Malraux fue ministro; Jack London sobrevivió como cazador de ballenas en el Ártico. Colette abrió un salón de belleza y Orwell pasó de ser policía en Birmania a vivir lavando platos en Londres. Gorki trabajó como pinche de cocina en el Volga; Saint-Exupéry pensó toda su vida que su verdadero trabajo era el de aviador; e Italo Svevo dejó de ser un gran industrial para poder escribir: le bastaba concluir una línea para sentirse pagado.

TRABAJOS FORZADOS

$21.500,00
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Daria Galeteria
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IMPEDIMENTA

Páginas: 208
Formato: 21x13x0
Peso: 293.0 kgs.
ISBN: 9788415130178

«Trabajos forzados» es una apasionante y amena guía de supervivencia que recorre los modos con que los astros más brillantes del universo literario han ido capeando el temporal del hambre. Ya sea porque buscaban hacerse ricos, o tal vez simplemente para sobrevivir, los escritores se han entregado tradicionalmente a los oficios más diversos: desde buscadores de oro a carteros, desde soldados de fortuna a industriales, desde contrabandistas de opio a fogoneros en un barco en China; conductores de autobús, verdugos, guardias, vendedores de bisutería… Malraux fue ministro; Jack London sobrevivió como cazador de ballenas en el Ártico. Colette abrió un salón de belleza y Orwell pasó de ser policía en Birmania a vivir lavando platos en Londres. Gorki trabajó como pinche de cocina en el Volga; Saint-Exupéry pensó toda su vida que su verdadero trabajo era el de aviador; e Italo Svevo dejó de ser un gran industrial para poder escribir: le bastaba concluir una línea para sentirse pagado.